Trump corta los hilos de Zelensky

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La música se detuvo y Zelensky se quedó sin silla para sentarse. Trump le paró el carro a la verba del líder ucraniano.

Estados Unidos y Rusia votaron juntos en contra de una resolución de Naciones Unidas, sobre la guerra entre rusos y ucranianos desde hace tres años.

Trump llamó en principio “dictador” a Zelensky porque no convocó a elecciones y permanece de facto en el poder.

En el salón oval de la Casa Blanca, Donald Trump le estampó “no estas en condiciones de decirnos qué es lo que tenemos que sentir” frente a la posición norteamericana en el conflicto militar.

Volodimir Zelensky es el protagonista excluyente a nivel mundial en su pelea contra la Federación de Rusia. Estableció la estrategia que Estados Unidos y Europa deben llevar adelante. Tensionó como nunca antes desde la caída del muro de Berlín, las relaciones entre Occidente y Rusia. Transformó a Putin en un desquiciado dictador expansionista que todos los países libres tenemos la obligación de frenar. Casi volvimos a la crisis de los misiles en Cuba.

Ucrania esta endeudada en forma desproporcionada a sus recursos principalmente agrícolas, que tiene dificultades para exportar por los puertos del Mar Negro. También, Zelensky es la vía para que la administración Biden entregara bombas de racimo, expresamente prohibidas por convenios internacionales porque las consecuencias de su uso, son pasibles de acusaciones por crímenes de guerra. Argentina es el principal deudor del Fondo Monetario Internacional. ¿El segundo? No es Francia, es Ucrania.

A partir de la administración Trump y la posibilidad de una paz negociada, Zelensky no sabe como hacer pié. Exige medio millón de soldados europeos para asegurar las fronteras conflictivas. Todo es desproporcionado. Emite palabras inflamadas cuando el partido que está jugando no responde a lo que predica.

Vale la pena preguntarse porque Zelensky sigue pedaleando la bicicleta en el aire. Está ofuscado porque no encuentra las respuestas que le permitan continuar con el esfuerzo de guerra. Ya pasaron tres años. ¿Podemos establecer un triunfador? Ambos bandos pierden soldados y civiles sin un resultado claro. Rusia pretende los puertos del mar Negro. Quiere que Ucrania permanezca en su zona de influencia. Esto no va a pasar.

Ucrania pretende la evacuación de las tropas rusas de las provincias ocupadas, desde Lugansk hasta Crimea, es decir, todo el oriente ucraniano. Esto tampoco va a ocurrir.
Detener la guerra, aun planteando las diferencias y ambiciones de las partes es lo más productivo para que la vida comience a retomar una normalidad.

Vance vicepresidente de Estados Unidos le espetó “¿Alguna vez dijiste Gracias?”. Zelensky no entendió o se hizo el distraído. Habla de las obligaciones que les cabe a Occidente y las lleva al extremo para seguir jugando a la guerra. Trump lo interrumpió “estás jugando con la tercera guerra mundial”.

Enseguida, Zelensky se junta con líderes europeos que recién ahora piensan que Europa debe contar con una defensa europea, una especie de subconjunto de la OTAN.
Tal vez la Unión Europea llegue muy tarde a esta conclusión. Siempre se recostó en el liderazgo norteamericano. Y tuvo que ser así: los norteamericanos y rusos atenazaron al tercer reich y liberaron al viejo continente.

Zelensky juega con la memoria emotiva exitosamente con su discurso del oso sovietico. Recibe aceptación de Polonia y las repúblicas bálticas porque lo vivieron en carne propia. Finlandia y Suecia tuvieron en el pasado, sus guerras contra los rusos. Enseguida se unieron a la OTAN.

La asamblea general votó, en una resolución, a favor de Ucrania para culminar la guerra por el desastre humanitario y el deseo de conservar la integridad territorial del país invadido.

Estados Unidos votó en contra junto con Rusia. Zelensky continua con arenga guerrera y Europa le presta oído. Los términos de una paz siempre serán injustos para quienes la firman. El francés Macron y el alemán Mers deberían respirar profundamente y hacer una pausa antes de practicar seguidismo al líder inestable ucraniano. Ucrania puede ser el iceberg que destruya los cimientos del buque europeo ya cuestionado por temas migratorios.