Hepatitis: una crisis silenciosa, pero evitable

Si no se toman medidas urgentes, se estima que para 2040 la hepatitis viral causará más muertes al año en el mundo que la malaria, la tuberculosis y el VIH/sida combinados.

0
226

Este 28 de julio se conmemora una vez más el Día Mundial de la Hepatitis, una fecha instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de concientizar sobre la hepatitis vírica, una inflamación del hígado que causa enfermedad hepática grave y cáncer de hígado. Este año, el lema elegido es “Hepatitis: conozcámosla para combatirla”, que aboga por la adopción de medidas urgentes para desmantelar las barreras financieras, sociales y sistémicas, incluida la estigmatización, que se interponen en el camino de la eliminación de la hepatitis y la prevención del cáncer de hígado.

La hepatitis viral representa una de las enfermedades infecciosas más mortales, con más de 1,3 millones de muertes al año correspondientes a hepatitis B y C crónicas, según datos publicados por la OMS. En tanto, en América Latina, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que 10 millones de personas viven con hepatitis B o C crónica. Lo alarmante es que muchas de estas muertes son prevenibles.

La Dra. Alejandra Mabel Camino, Magíster en Biología Molecular y Diabetóloga de DIM CENTROS DE SALUD, responde algunas preguntas sobre los distintos tipos de hepatitis, sus formas de transmisión, los síntomas, los tratamientos disponibles y el impacto potencial que tiene la prevención mediante chequeos, vacunas y campañas de educación.

¿Qué es la hepatitis?

La hepatitis es un término que define un estado inflamatorio del hígado. Esto se produce como respuesta a un mecanismo de daño de las células hepáticas y sus tejidos circundantes. Él o los agentes productores de daño hepático que conllevan a una inflamación pueden ser tóxicos (alcohol, fármacos, solventes, etc.), infecciones virales, infecciones por otros agentes y enfermedades inmunológicas.

¿Cómo se origina?

Distintos virus pueden afectar el hígado y conformar enfermedades agudas o crónicas. En el caso de las agudas, si el daño es extenso, pueden afectar severamente la funcionalidad hepática y ponernos en riesgo de vida. El hígado cumple diversas funciones vitales, como detoxificación y síntesis de proteínas fundamentales, entre otras. Los virus también pueden dar lugar a procesos inflamatorios crónicos, que derivan en daño y reparación permanentes, mientras el agente viral no logre ser erradicado de nuestro organismo. Esta circunstancia acarrea desarrollo de cicatrización progresiva denominada fibrosis hepática, con diversos grados progresivos, hasta llegar a la cirrosis.

¿Qué tipos de hepatitis existen?

Hay cinco tipos de hepatitis y se identifican con las letras A, B, C, D y E; todas provocan enfermedad hepática, pero tienen diferencias significativas.

  • Hepatitis A (VHA): Es una de las dos que se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados (aunque también puede propagarse por ciertas prácticas sexuales). Suele provocar una infección leve, con una recuperación completa al cabo de unas semanas. La mayoría de las personas pueden sufrir una amplia gama de síntomas (entre dos y siete semanas después de haberse infectado): fiebre, pérdida de apetito, calambres en el estómago, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos); orina oscura y fatiga. Este tipo de hepatitis cuenta con una vacuna que tiene una eficacia de casi el 100%
  • Hepatitis B (VHB): Se transmite cuando la sangre, la saliva, el semen u otros líquidos corporales de una persona portadora, incluso en cantidades microscópicas, entra en el cuerpo de una persona no portadora. Este tipo de virus puede provocar cirrosis y cáncer de hígado, aunque si se detecta a tiempo, se puede tratar y evitar que la enfermedad progrese. Desde el año 1992 la vacuna está incluida en el calendario de vacunación (niños y embarazadas) y ello ha permitido disminuir la tasa de contagios.
  • Hepatitis C (VHC): Este virus comparte con el B, los mecanismos de contagio y las formas clínicas aguda y crónica. No disponemos de vacuna y es habitual que permanezca en nuestro cuerpo dado que suele escapar y burlar a nuestro sistema inmune. A diferencia del tipo B, los tratamientos actuales de la hepatitis C logran un éxito de erradicación del virus que permite tasas de curación entre un 90 a 100% con tratamientos más cortos y con menos efectos adversos. Como resultado, las consecuencias de su curso crónico (cirrosis, cáncer hepático y trasplante) disminuyen considerablemente.

Asimismo, desde la Organización Internacional No Gubernamental World Hepatitis Alliance, explicaron en qué consisten los tipos D y E de la Hepatitis:

  • Hepatitis D (VHD): Afecta sólo a personas infectadas por la hepatitis B, ya que necesita del virus B para sobrevivir. La simultaneidad de ambos virus hace que pueda aparecer una afección más grave. Se transmite sobre todo por vía sanguínea, a través de jeringas usadas por personas infectadas o por compartir objetos de higiene personal. Este tipo de hepatitis puede hacer empeorar una infección por hepatitis B y hacer más graves los síntomas.
  • Hepatitis E (VHE): Se transmite, igual que la hepatitis A, a través del consumo de agua o alimentos contaminados. Pero su diferencia radica en que no cuenta con una vacuna. Su prevención pasa por extremar las medidas higiénicas y evitar el consumo de bebidas y alimentos contaminados. Tampoco causa enfermedad crónica.

¿Las secuelas de la hepatitis siempre son irreversibles? ¿Qué posibilidades hay de recuperación y cuáles son los riesgos si no se trata a tiempo?

Un concepto muy importante respecto de la fibrosis hepática, aún en la etapa de cirrosis compensada, es notar que puede ser una situación reversible. Es decir, se puede retroceder a estadios menos avanzados con recuperación de su funcionalidad; siempre y cuando se logre eliminar el virus con los fármacos antivirales y la acción de nuestro propio sistema inmune. De hecho, tanto en su curso agudo fulminante como en su curso crónico, las hepatitis virales pueden derivar en la necesidad de un trasplante hepático.

“Desde DIM CENTROS DE SALUD proponemos a cada paciente realizar un chequeo anual para poder detectar ésta y otras posibles afecciones, siempre con un acompañamiento idóneo, amable y de máxima calidad médica. Nuestro equipo de medicina preventiva, chequeo anual, infectólogos, hepatólogos y el mejor equipamiento para realizar todo tipo de estudios, siempre están atentos para hacer el mayor esfuerzo para la detección temprana, prevención, vacunación y estudio de la función y condición hepática. Este es el mejor consejo para colaborar en prevenir y controlar estas enfermedades”, finaliza la Dra. Alejandra Camino.