Alguien que decidió meter los pies en el barro.
Francisco sufrió el dolor del mundo
Su primer acto fue dirigirse a Lampedusa, la pequeñísima isla del mediterraneo donde se encuentran miles de refugiados hacinados. Alertó contra la política del descarte. Señaló la indiferencia europea. La misma actitud cuando dio misa a las orillas del río Bravo límite entre los Estados Unidos y México. “Quien construye muros queda encerrado detrás de sus paredes”, autónomo pero solo. Francisco prefería construir puentes.
Invirtió la carga de la prueba. las personas no debían ser perfectas para acercarse a Dios. Al revés, para Dios es prioridad estar con todos: homosexuales, personas divorciadas que quieran comulgar, con las mujeres que quieran practicar el sacerdocio. Con todos, con aquellos a quienes el capitalismo los aparta y amontona en los contenedores de basura. La limpieza de pies en cada Jueves Santo inspira y emociona. La última en 2024 a mujeres en una cárcel romana.
Con sus pilchas: mocasines negros, su atuendo blanco y su maletin yendo de aqui para alla.
Ante la invasión rusa a Ucrania, se dirigió a la embajada de Rusia para impedir que prosiguiera el ataque.
Su consigna fue siempre abrir canales de diálogo. “Si voy a Kiev también quiero ir a Moscú”. Dialogar con todos, más allá del interlocutor, por más controversias que genere.
En la pandemia del covid 19, lo vimos dar misa solo en la Plaza de San Pedro. Aquí nos dió la encíclica Fratelli Tutti, el mensaje: todos somos hermanos ante la adversidad.
“Hagan lío” gritó a los jóvenes. Por supuesto los instigó a un sano lío, el de las ideas y acciones que procuren el bienestar del prójimo.
No quiso que le besen el anillo. Cambió las formas y promovió los cambios de fondo.
La tan mentada visita a Argentina no se realizó. Mejor. Hubiese sido tironeado por los medios para ver a quién visitar. O con quién habla. La verdad es que no hubiera dejado conforme a nadie. El papa argentino se transformó en universal cuando dictó la encíclica Laudato Si, al hablar del cuidado de la casa común que representa nuestro planeta tierra. Convocó a la humanidad a cuidar la creación divina.
Y este papa universal conservó su corazón argentino al hablar con todos, al acercar diferencias, a brindar abrazos, a intercambiar palabras de afecto, sinceras, graciosas con quien quisiera acercarse.
Papa Francisco I (si primero aunque no lo digamos) o Jorge Bergoglio. Ambos indisolubles.
Su corazón y su obra con los más pobres, con los marginales, con los que no tienen nada que ofrecer para negociar porque nada tienen. Un papa social, que acercó La Iglesia a sus fieles.
La Iglesia a través de sus cardenales deberá decidir sobre el legado de Francisco. Si promoverlo o encapsularlo. Será tema del próximo cónclave. Pero es otra historia.
Siempre dijo recen por mi.
Lo seguiremos haciendo.