El humor no es solo una expresión de alegría: en la vejez, se convierte en una herramienta fundamental para cuidar la salud física, emocional y social. Reír, sonreír y conservar una mirada positiva ante los desafíos de la vida no solo mejora el ánimo, sino que también tiene efectos comprobados sobre el bienestar integral de las personas mayores.
La Lic. Graciela Spinelli, gerontóloga del Centro Los Pinos, advierte que “la sociedad tiende a subestimar la capacidad humorística de las personas mayores, limitando su expresión y visibilidad. Reconocer y valorar el humor en la vejez es vital para fortalecer la autoestima y la integración social”.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el envejecimiento saludable implica preservar la capacidad funcional, cognitiva y emocional a lo largo de los años. En ese sentido, la risa y el sentido del humor actúan como factores protectores: reducen el estrés, fortalecen el sistema inmunológico, mejoran la salud cardiovascular y contribuyen a prevenir la depresión y el aislamiento social.
Entre sus principales beneficios, se destacan:
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Reducción del estrés y la ansiedad: reír disminuye los niveles de tensión y promueve la relajación, mejorando la salud mental.
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Mejora el estado de ánimo: el humor fomenta una actitud positiva y optimista, clave para el bienestar emocional.
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Fortalecimiento de vínculos: el humor compartido crea un ambiente positivo, facilita la comunicación y genera conexiones emocionales profundas que refuerzan el sentido de comunidad.
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Alivio físico: la risa estimula la liberación de endorfinas y puede disminuir la percepción del dolor y los malestares corporales.
Spinelli explica que el humor en las personas mayores adopta variados estilos según sus experiencias y su historia de vida. “El humor puede ser una forma de resiliencia: ayuda a afrontar los cambios y las transiciones propias del envejecimiento con optimismo y una visión más amable de uno mismo y del entorno”, sostiene.
La especialista distingue tres tipos de humor frecuentes en la tercera edad:
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Humor nostálgico, que evoca recuerdos del pasado y conecta con la historia personal.
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Humor irónico, que utiliza el contraste y la contradicción para expresar una mirada crítica y divertida de la realidad.
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Humor autocrítico, que implica reírse de uno mismo, demostrando madurez, aceptación y libertad interior.
Finalmente, Spinelli enfatiza que el sentido del humor no debe entenderse como algo superficial, sino como un modo de mirar la vida. Es mucho más que la risa, al decir de Viktor Frankl “es un modo de posicionarnos en el mundo”, una actitud de vida. “La actitud con la que tomamos las cosas es la gran diferencia. Al salir al mundo a disfrutar con la intención de aprender, de flexibilizar la mirada, de mantenernos inquietos y motivados, la vejez puede convertirse en la etapa de la vida más activa derribando por completo ese mote de clase pasiva ya tan caduco”, concluye.




































