El estreñimiento es un problema silencioso que afecta hasta a 1 de cada 3 adultos. Aunque muchas veces se lo tome a la ligera o incluso como tema de burla, es una afección médica real, frecuente y potencialmente perjudicial para la salud. En Argentina, afecta a entre el 2% y el 27% de la población general, y hasta a un 33,5% de los adultos mayores, según datos de la revista Acta Gastroenterológica Latinoamericana. Para derribar mitos, entender sus causas y conocer cómo prevenirlo, el Dr. Juan Cruz Codd, gastroenterólogo de DIM Centros de Salud, brinda una guía clara, práctica y preventiva sobre este trastorno digestivo.
Quien padece estreñimiento crónico sabe y conoce lo mal que lo puede pasar. Molestia, dolor, sangrado, pastillas y laxantes, todo lo que se pueda para lograr que pase. De hecho, se estima que, a nivel mundial, 1 de cada 6 personas padece estreñimiento crónico, una condición que puede reducir la calidad de vida, generar complicaciones digestivas y hasta convertirse en señal de alarma para enfermedades más graves.
¿Qué es exactamente el estreñimiento?
Se considera estreñimiento cuando una persona tiene menos de tres evacuaciones por semana durante al menos 12 semanas en el último año. Pero no se trata solo de frecuencia: también incluye la dificultad para evacuar, la sensación de evacuación incompleta y el esfuerzo excesivo. “Es una condición subestimada, que va mucho más allá de un ‘detalle menor’ del tránsito intestinal”, aclara el Dr. Codd.
Las causas más comunes
En la mayoría de los casos, el estreñimiento está vinculado a hábitos de vida y alimentación. Las principales causas incluyen:
- Dieta pobre en fibra (frutas, verduras, legumbres y cereales integrales).
- Ingesta insuficiente de líquidos.
- Vida sedentaria.
- Consumo excesivo de ultraprocesados.
Otras causas menos frecuentes son el uso de ciertos medicamentos (analgésicos opioides, antidepresivos, suplementos de hierro), trastornos hormonales (como el embarazo o el hipotiroidismo), enfermedades neurológicas (como Parkinson) o disfunciones del suelo pélvico.
La alimentación, clave en la prevención y el tratamiento
“La alimentación es el pilar número uno para tratar y prevenir el estreñimiento”, afirma el especialista. Una dieta adecuada puede marcar la diferencia. Las recomendaciones incluyen:
- 25 a 30 gramos de fibra por día, incorporar frutas (con cáscara), verduras, legumbres, semillas y cereales integrales.
- Beber suficiente agua (al menos 2 litros diarios).
- Incorporar prebióticos y probióticos naturales como yogur o kéfir.
- Evitar el exceso de carnes rojas, harinas refinadas y ultraprocesados.
¿Y si no alcanza con la dieta?
Cuando los cambios en el estilo de vida no alcanzan, existen opciones farmacológicas:
- Laxantes formadores de masa: como el psyllium (seguros para uso crónico).
- Laxantes osmóticos: lactulosa o polietilenglicol.
- Laxantes estimulantes: para uso ocasional (bisacodilo, picosulfato).
- Agentes más específicos: linaclotida o prucaloprida, bajo indicación médica.
- Enemas y supositorios: solo en casos puntuales, no como tratamiento crónico.
Señales de alarma
Cuando las medidas en la dieta, ejercicio y otros ayudantes farmacéuticos no funcionan, es fundamental consultar a un médico si se presenta:
- Sangrado rectal.
- Dolor abdominal intenso.
- Pérdida de peso inexplicable.
- Cambios drásticos en los hábitos intestinales.
- Antecedentes familiares de cáncer de colon.
Un llamado a perderle el tabú… y prestarle atención
El estreñimiento crónico no debe normalizarse ni minimizarse. Es una señal de que el cuerpo necesita cambios, atención o incluso intervención médica. Alimentación, hidratación, movimiento y consulta profesional: la clave está en escucharse, y actuar.