Argentina B&B – por Carlos Fara

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No se trata de un país “bed & breakfast”. Se trata de un país conducido a la distancia por Bessent & Bennett. Como nombre de consultora hasta queda bien. El gobierno ha quedado de alguna manera intervenido por la dupla. La geopolítica -no la racionalidad económica- está siendo determinante. Tanto que, si le va mal a LLA en la elección del domingo 26, el amigo americano quizá intensifique su colaboración con el león (ya duplicamos los 20.000 palos originales, “los dólares nos van a salir por las orejas”). Esta gestión de Supertrump le está poniendo más atención a la región en décadas, guste o no. Estamos jugando en ligas mayores, no estamos en un simple tablero de la política vernácula. ¡Atención opositores de todo tipo de pelaje!

Para los que creen que la suerte está favoreciendo a Milei -es decir, que se le está alineando los planetas globales- habría que verlo con más cautela. Lo que parecía que iba a ser un gol cantado el martes en Washington, hubo que esperar al VAR para que confirmara que la pelota había entrado al arco. El bueno de Scott Bessent operó casi toda la semana en la rueda local “comprando pesos” (eufemismo que significa vendiendo dólares). Los campeones argentinos, lejanos descendientes de los que echaron dos veces a las tropas del principal imperio de la época a principios del siglo XIX, siguen comprando dólares porque no parece que estén muy caros. ¿Scott vende de a poco solo para mantener al preciado verde dentro de la banda, o está administrando una devaluación progresiva preelectoral para evitar un overshooting el 27? Además de salvar los negocios de los amigos, claro.

Mientras seguimos viviendo de una gran promesa, ya que en los papeles por ahora no hay, entre otras cosas, porque la administración americana está formalmente paralizada hasta que haya un nuevo acuerdo en el Congreso. Algunos suspicaces creen que, en realidad, los “pelpas” nunca se firmarán para dejar todo en una nebulosa deliberada, donde nunca quede claro a qué se habría comprometido cada parte, tanto económica como políticamente. De ese modo, el amigo americano podría tomar distancia si hay algo que “no marcha de acuerdo al plan”.

Más allá del esfuerzo intervencionista exterior, estrictamente hablando las novedades económicas siguen siendo negativas: el dólar crece, las tasas oscilan, la mora está en récord histórico, la inflación no cede, el índice de precios mayoristas se disparó y viene creciendo sin cesar en los últimos 5 meses, el riesgo país no desciende y el FMI ya reconoce que el crecimiento del año ya no superará el 4.5 %, tal como venimos anticipando en esta columna (a este ritmo, ni siquiera alcanzará al 4 %). Efectivamente vamos a votar en clima de recesión, lo que era impensable hace 6 meses atrás.

Lo que dice el gobierno -no devaluación, no dolarización, no acumular reservas por posible efecto inflacionario- ya no solo perdió sentido para la mayoría del electorado: tampoco le confían los brokers financieros. ¿Por qué? Primero, porque a la administración Milei se le han ido quemando los papeles (el informe Barclays es particularmente llamativo). Pero segundo, porque el mercado prefiere creerle al consenso de encuestas serias que advierten que puede haber un triunfo electoral, pero pírrico, con sabor a poco.

¿Ayuda electoramente el apoyo americano? A priori no parece. Tampoco va a perder votos, pero sigue registrándose una fuerte apatía en el segmento de los decepcionados -ex JxC- quienes seguro mantendrán su indefinición hasta el final. Argentina figura en el promedio mundial de desconfianza en el liderazgo mundial de Trump, según el último estudio del Pew Research Center: 62 % (los australianos, 77 %; los noruegos, 85 %; o sea, no es solo un problema de nacionalismo latinoamericano antiyanqui). Además, existiría en esos decepcionados cierto temor a quedar atrapados en la política exterior de EE.UU. con consecuencias indeseables. El segmento republicano y no peronista de la Argentina tiene malos recuerdos de la fase Menem.

Entramos en los últimos 4 días de campaña (y las últimas 5 rondas de los mercados financieros). El oficialismo sigue con la misma línea de “estamos a mitad de camino”, tratando de polarizar con el kirchnerismo. Se empecina con atacar al comunismo K, cuando ni los propios votantes creen en eso (el laboratorio de campaña a veces es insólito). Solo le queda rezar para que los campeones no traigan más dolores de cabeza. En un escenario de campaña con pocas innovaciones, San José 1111 aprovechó para reemplazar a Braden con Bessent.

Aunque la interpretación de ganadores y perdedores la noche del 26 será un gran dolor de cabeza -todo el mundo estará haciendo interpretaciones en diversas planillas de Excel- muchas miradas ya están puestas en el día después, dada la titánica tarea que tiene por delante el “gatito mimoso”, si es que accede a las demandas de reseteo económico y político. ¿Entrará el joven maravilla al gabinete, dejando de ser monotributista? Algún memorioso lo asimila a cuando Alfonsín ungió al “Coti” Nosiglia como ministro del interior post derrota electoral de 1987. El mensaje es el mismo: salí de las sombras, poné la cara y hacete cargo. ¿Será el representante de la consultora B&B adentro de la gestión? Veremos si Guillermo Francos tiene razón.

La revista Parlamentario acaba de hacer un exhaustivo análisis sobre la eventual cosecha de legisladores nacionales para LLA. Su número en la cámara baja pasaría a ser de 78 diputados -duplica, pero no alcanza los 86 imprescindibles- y entre 14 y 18 senadores -tampoco llega al tercio. Eso convertiría a un interbloque de Provincias Unidas en el gran árbitro de la política argentina (si es que se articulan y no les ganan los egos).

El Javo pareció nervioso en sendos reportajes con periodistas amigos esta semana pasada. Puede ser un mal presagio o ¿no será que está tratando de recuperar la imagen del irascible que le permitió arribar al balotaje en 2023? Claro que los tiempos cambian y este Bennett no es Tony, sino Barry.