Según el World Economic Forum, más del 60% de los profesionales menores de 35 años considera que la innovación y la tecnología son claves para transformar su industria. Esta generación —nacida entre la inestabilidad económica y la hiperconectividad— ya impulsó transformaciones profundas en múltiples sectores: digitalizó la banca con plataformas como Ualá o Mercado Pago, redefinió la movilidad con Uber, el alojamiento con Airbnb y la forma de consumir contenidos con Netflix o Spotify. En paralelo, marcas como Apple, Tesla e IKEA consolidaron el diseño centrado en el usuario, mientras que la cultura de la experiencia —presente en Starbucks, Disney o en la gastronomía de autor— convirtió la vivencia en el nuevo valor de marca.
En arquitectura, esa misma lógica se traduce en una generación disruptiva que combina diseño, estrategia y comunicación para repensar cómo habitamos —y cómo se muestran— los espacios. “El arquitecto del futuro tiene que leer insights como lee un plano. Incorporar metodologías ágiles, análisis de datos y pensamiento estratégico para crear espacios que no solo se habitan, sino que están hiper-personalizados -como un traje a medida- y customizados a las necesidades del usuario, y que incluso hable el mismo idioma desde su concepción hasta su comercialización. Los jóvenes consumirán real estate como consumen indumentaria, gastronomía y contenido digital. Los arquitectos debemos adaptarnos y hablar en ese mismo idioma”, sostiene Santiago Peña Fiorda, arquitecto y cofundador de Experiencia DOGMA, primer estudio de arquitectura y urbanismo media-driven con metodología research-driven de Argentina, referentes de esta nueva camada. “Ya no alcanza con diseñar algo espectacular para el mundo físico: también tiene que tener llegada en el mundo digital”, agrega.
Durante décadas, el arquitecto fue visto como un artista que trabajaba solo por la estética. Hoy, eso ya no alcanza. El diseño no puede ser genérico: debe responder a micro-comunidades, a super-nichos. En los encuentros de profesionales ya se corre la voz: -medio en broma, medio en serio- hay quienes afirman que “la hipersegmentación” pronto los llevará a estar diseñando edificios para “swifties”, porque las respuestas “one-fits-all” dejaron de funcionar.
Los sub-35 son una generación que entiende que la arquitectura no es solo oficio: es narrativa, cultura y transformación. Esta generación basa sus cambios en tres pilares:
- De proyectar obras a diseñar experiencias. La arquitectura centrada en el usuario y pensada para comunicar ya se ve en todo el mundo: hoteles diseñados para TikTok, residencias con identidad de marca o espacios que funcionan como sets de contenido. En Argentina, los estudios liderados por jóvenes profesionales adoptan esta lógica como diferencial competitivo y cultural.
- Los nuevos lenguajes de comunicación. Creamos los espacios que habitamos tanto en lo físico como en lo digital. Porque hoy, buena parte de nuestras vidas ocurre en esa capa virtual, y si los espacios que diseñamos no dialogan con ese mundo, se vuelven obsoletos. Esa mirada media-driven —donde el diseño se concibe con comunicación en mente desde el minuto cero— se traduce en obras que combinan estética, storytelling y estrategia. Desde terrazas urbanas con estética de videoclip hasta lobbies pensados para generar contenido, los proyectos se transforman en relatos visuales que circulan y amplifican su impacto.
- El nuevo rol del arquitecto. Lejos del modelo del “arquitecto artista”, los sub-35 se asumen como diseñadores de experiencias. Analizan datos, estudian comportamientos, integran marketing, negocio y emoción. “El arquitecto ya no puede quedarse solo con saber diseñar. Tiene que ser mitad creativo, mitad estratega. Nuestro producto no es que sabemos hacer espacios: nuestro producto es la atención”, resume Peña Fiorda. Esta lógica, que atraviesa disciplinas como el retail, la hotelería y el real estate, está transformando la arquitectura local en una práctica más colaborativa, medible y humana.
El desafío como generación es dejar atrás el traje del arquitecto del pasado y abrazar el del diseñador de experiencias: alguien que entiende el negocio, la cultura, la comunicación y la vida de las personas. Argentina tiene un talento humano excepcional, con decenas de empresas unicornio locales, y la arquitectura no es la excepción. Si desde la academia, los colegios y la práctica van en búsqueda de impulsar ese cambio, Argentina puede convertirse en un verdadero hub creativo regional.


































