Cómo elegir con sentido: herramientas para tomar decisiones vocacionales con claridad y propósito – Por la Lic. Romina Halbwirth Psicóloga, orientadora vocacional y docente.

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En el Mes de la Salud Mental, me parece importante volver sobre un tema que atraviesa cada cierre de ciclo: la elección vocacional. Octubre suele traer exámenes, balances y la presión —a veces silenciosa, a veces explícita— de “decidir para siempre”. En consultorio, en escuelas y en casa, se repite la escena: adolescentes que sienten que cualquier paso en falso puede marcar su destino, familias que buscan certezas, docentes que intentan acompañar con los tiempos que tienen.

Pero, ¿desde dónde elegimos cuando todo parece incierto?
Durante décadas, la orientación vocacional se centró en encontrar el “ajuste” entre un perfil y una carrera. Ese enfoque sirvió para ordenar, pero hoy resulta limitado: la vida real se volvió más compleja, el mercado laboral más cambiante y las trayectorias más diversas. Por eso propongo mirar la elección con una lente sistémica: integrar deseo, habilidades y contexto para construir dirección sin perder salud mental.

La lente sistémica: integrar piezas antes de decidir

Esta mirada invita a hacerse preguntas distintas:

  • ¿Qué te enciende y qué te apaga? (emociones, intereses, energía)
  • ¿Qué te sale naturalmente bien y cómo lo aprendiste? (habilidades, aprendizajes formales e informales)
  • ¿Qué influencias te rodean? (familia, escuela, contexto, mandatos)
  • ¿Qué necesitás para sostener la elección sin agotarte? (tiempo, recursos, bienestar emocional)

Cuando esas variables se integran, la elección deja de ser un salto al vacío y se transforma en una construcción consciente de dirección.

El Llamadón©: una brújula interna

Desde esa lógica nació el concepto de Llamadón©, la unión entre llama (eso que te entusiasma, tu motor interno) y don (habilidades que ya tenés o podés desarrollar). No es un test ni una fórmula mágica, sino una brújula para orientar pasos concretos cuando el mapa —notas, rankings, expectativas— no alcanza.

Llama: son las pistas emocionales que se repiten, esos temas que te convocan incluso sin obligación.
Don: son los modos de hacer que emergen con naturalidad: explicar, crear, acompañar, diseñar, organizar, investigar.

La pregunta ya no es “¿qué conviene?”, sino “¿dónde puedo poner mi llama y mi don al servicio de algo real y sostenible?”.

Cuando la brújula se desajusta

Algunas señales muestran que la dirección se perdió:

  • Procrastinás lo importante y dedicás energía a lo accesorio.
  • Elegís por miedo al error o al qué dirán, más que por sentido.
  • Acumulás cursos o rendís sin claridad de rumbo.
  • Decidís por “seguridad económica” ignorando motivación o contexto.

Herramientas para encender dirección

  1. Inventario de micro-orgullos (15’). Anotá diez momentos del último año en los que pensaste “esto me salió bien”. Al lado de cada uno, registrá qué hiciste (don) y qué te encendió (llama). Al releerlos, vas a notar patrones que revelan tus fuentes genuinas de energía y aprendizaje.
  2. Mapa de apoyos. Dibujá tres círculos: personas, espacios y recursos que te sostienen hoy. No se elige solo: identificar esas redes reduce ansiedad y amplía opciones.
  3. Bitácora de dirección. Durante una semana, anotá qué actividades te cargan o te descargan energía. Es un ejercicio sencillo que muestra más que cualquier test.

Familias y escuelas: del apuro al acompañamiento

La presión por “definir ya” aumenta la ansiedad y achica la exploración. En cambio, acompañar sin apurar genera mejores decisiones.

  • Pasar del “¿qué vas a ser?” al “¿qué vas a hacer y por dónde querés empezar?” ayuda a pensar la vocación como camino, no como sentencia.
  • Escuchar procesos en lugar de medir rendimientos habilita la duda, que es parte del aprendizaje.
  • Acordar señales de avance —entregas, hábitos, pequeñas metas— brinda sostén y evita discusiones circulares.

Acompañar no es imponer, es habilitar el tiempo y el espacio necesarios para que emerja la dirección. Y eso también es cuidar la salud mental.

De la práctica a la sistematización

Esta forma de mirar la orientación se fue nutriendo de años de trabajo con adolescentes, familias y profesionales. En cada acompañamiento aparecía la misma necesidad: contar con herramientas simples, claras y aplicables para traducir la teoría en práctica cotidiana.
De ese recorrido surgió la idea de sistematizar recursos —ejercicios, guías de conversación, criterios para integrar llama + don + contexto— que sirvan a quienes acompañan procesos de elección.
No se trata de ofrecer certezas, sino de brindar una forma posible de convertir la información en dirección, cuidando el bienestar en el camino.

Elegir con sentido no es elegir sin miedo. Es aprender a reconocer qué parte de vos quiere moverse, qué recursos tenés para sostenerlo y qué entornos te ayudan a crecer. En tiempos inciertos, esa brújula interna —ese Llamadón©— puede ser el punto de partida más seguro.